martes, 25 de mayo de 2010

ALGUNAS NOTAS SOBRE EL RACISMO EN EL PERÚ

Renato Merino Solari, antropólogo


Hace un tiempo (2007), el afiche del Festival de Cine de Lima organizado por la PUCP fue “acusado” de contenido racista. La presencia de un personaje de espaldas, cuyo rostro no se distinguía bien, – el único con esta característica entre las personas que se encuentran en el afiche-, al parecer modestamente vestido; la mano de un(a) boletero(a) ausente y un bus en ruta incorrecta hacia uno de los distritos más populosos de Lima, desataron la polémica sobre el tema del racismo en el Perú. Si enlazamos y contextualizamos los elementos citados, podemos llegar a la conclusión de que, probablemente, el mencionado afiche expresaba, a nivel simbólico, algunos elementos de marginación y exclusión social. Tomaremos como pretexto el caso citado para elaborar algunas reflexiones en torno al tema de la discriminación en el Perú.


Es característico de todas las culturas que en su seno se conformen espacios sociales simbólicamente restringidos. Estos espacios, en términos formales, son públicos, abiertos, democráticos y no existe ningún impedimento de iure para interactuar en ellos. Sin embargo, en la praxis, se encuentran expuestos a las contradicciones de la sociedad, y pueden devenir exclusivos y, en algunos casos, prácticamente cerrados. Ocurre que las oportunidades de acceso podrían verse afectadas por razones socioeconómicas o tornarse complejas por problemas de falta de identificación simbólica. Lo que sucede es que en todo espacio social se requiere de un conjunto de códigos, no solo compartidos sino también afines, para propiciar una interrelación apropiada; el problema es que no siempre se produce la concurrencia de todos estos factores e inevitablemente emergen las tensiones.


Las personas que concurren o participan de estos espacios suelen encontrarse vinculadas y sobre todo singularizadas, es decir, definidas, tanto interna como externamente. Ingresar, aunque sea provisionalmente, puede resultar embarazoso para quienes no comparten dichos vínculos. Debemos tomar en cuenta que los contrastes culturales son capaces de funcionar como el marcador más radical de alteridad entre los seres humanos. La exclusión y la marginación no ocurren de manera abierta y directa. Tampoco se trata del conocido acto que consiste en encubrir nuestras acciones y origina la tan cuestionada hipocresía social. En este caso operan otros criterios, mecanismos más sutiles y efectivos, porque son difícilmente detectables. Para el caso que nos ocupa, podríamos decir lo siguiente: nadie acusaría de racistas a las personas que organizan o asisten a una función artística porque existen centenares de personas que no lo hacen. De lo que se trata en estos casos es de autoexclusión por falta o incompatibilidad de referentes colectivos de identificación. Así por ejemplo, la incomodidad que puede generar no conocer y no compartir los códigos – o parte de ellos – de un contexto, lleva al individuo a tomar la decisión de no participar, de abstenerse; el punto es que en este proceso la persona se está negando a sí misma. No podemos perder de vista que en dicha forma de marginación, las presencias y las ausencias, así como las voces y los silencios, quedan definidos no por un cartel o un grupo de personas que dan alguna insostenible disculpa, sino por una dinámica social aparentemente autónoma que parece escapar a nuestras voluntad y razón.


Los espacios sociales simbólicamente restringidos son comunes a todas las colectividades. El problema es que en un país como el Perú la situación se agrava por la intensidad de los desgarros. Constituimos una sociedad en la que se impone una “imagen limitada de lo bueno”. Debemos competir duramente para obtener los beneficios del sistema y, muchas veces, para avanzar necesitamos que otro tropiece. La escasez de bienes materiales y simbólicos hacen más conflictivo el escenario nacional y, en medio de ello, cada gesto que hacemos puede estar cargado de racismo.

1 comentario:

  1. El racismo comienza desde que algun sujeto se cree superior a otro. Muy buen artículo.

    Daniela Paredes y Mariana Sánchez.

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