domingo, 11 de julio de 2010

Lima patas arriba


Por Narayan Purizaca, estudiante UCSUR


Ya es para nosotros familiar y bastante evidente que algo no anda bien en la configuración de nuestra ciudad. A donde quiera que vayamos encontramos: tráfico, calles con un contradictorio sentido del tránsito o que simplemente terminan abruptamente. ¿Pero a qué se debe que el caos reine en nuestra capital? Intentemos averiguarlo.


Ahora más que nunca sentimos el peso de la congestión en las calles producto de las famosísimas obras del metropolitano y el mítico tren eléctrico. Estas obras se construyen por que al problema de saturación vial, nuestro alcalde y presidente no ven otra solución que “hacerse espacio” cueste lo que cueste. Un buen ejemplo es el constante ensanchamiento de avenidas o la creación de vías expresas que con las justas cumplen su objetivo, como la de Javier Prado.


Pero qué son en realidad estas obras, tan monumentales (tanto en tamaño como en presupuesto) que juegan con nuestra imaginación y sentimientos,l haciéndonos pensar que nos salvarán del caos que tenemos que enfrentar día a día para trasladarnos. Lo que no hemos tomado en cuenta, cambiando un poco de perspectiva, es que estas obras no son más que parches que sirven para tapar una gran verdad: no tenemos un plan de desarrollo urbano para el futuro (ni corto, ni mediano, ni largo plazo) ni jamás lo hemos tenido o si lo hemos tenido o tenemos, nunca ha sido considerado.


Desde su fundación española en 1535 D.C., Lima ha ido creciendo de manera irregular y sin ningún sentido de la simetría o armonía con el ambiente. Esto se traduce en nuestros contaminados ríos aledaños, valles que fueron depredados por el crecimiento de la ciudad y en ilógicas calles de un solo sentido que terminan devolviéndonos a nuestro punto de partida. Por otro lado, una creciente explosión demográfica y constantes migraciones del campo producto de la gran centralización económica y política del estado convierten a Lima en una de las ciudades más pobladas de Sudamérica y ... seguimos creciendo “a la diabla”.


Además ningún alcalde, regidor o congresista hoy presta atención a este aspecto, por el contrario se concentran en aplacar la punta del iceberg con sus múltiples e impresionantes obras en vez de atacar la base del problema con un una planificación congruente al desarrollo urbano de nuestra capital.


Entonces podemos concluir que es imperativo un cambio en nuestras políticas de desarrollo urbano que nos permitan seguir expandiéndonos como ciudad. Además de una fuerte política de descentralización que permita el desarrollo de las demás regiones de nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario